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jueves, 18 de octubre de 2012

#398

"De antemano pido disculpas por haber tardado casi una semana en actualizar, puesto que me he mudado a Livorno para trabajar y dispongo de tiempo libre parcial, demasiado escaso para escribir. Pido disculpas también porque llevo actualizando con Heaven bastante tiempo. La razón es que tengo escrita gran parte de su historia y ando algo escasa de imaginación como para escribir sobre otros personajes, aunque prometo poner todo mi empeño (y tiempo) para actualizar sobre los demás muy pronto. De todos modos, me gustaría saber sobre qué personaje os interesa saber la continuación." 




"Tan solo si me prometes que no harás ninguna tontería.", le dijo.

Aunque le vendó los ojos y le ató las muñecas con una cuerda, se dejó guiar apaciblemente mientras guardaba en la memoria cualquier detalle que le pudiera servir más tarde.

Había diez escalones de piedra hasta llegar a la planta baja de la casa, lo supo porque iba descalza, cinco de madera hasta la primera planta, olor a vicks vaporub, el sonido de un aspersor en marcha... No era nada muy significativo, pero quizás podría servirle.


Cuando pararon frente a la puerta del baño, Himmel le quitó la cuerda que le unía las muñecas y la metió en el baño diciéndole que esperara a oír la puerta para quitarse la venda. El sonido del cerrojo al cerrarse la puerta le avisó de que volvía a estar encerrada, pero no le importaba. Tras una semana de su cautiverio se moría por una ducha caliente.

Observó el baño un instante. Las ventanas estaban tapadas con tablas de madera, ¿no les habría llamado la atención a los vecinos de al lado? Se subió al inodoro e intentó descubrir algún orificio por el que se filtrara un poco de luz. Encontró una pequeña rendija, pero a través de ella tan sólo veía la verde copa de un árbol.

El suelo del baño era de baldosas blancas y negras, como un tablero de ajedrez. Abrió el grifo del agua caliente y contempló cómo caía el agua. Se descalzó sobre una alfombra con forma de ballena y antes de que el baño se llenara de vapor, se miró al espejo. Tenía la piel pálida, pero aún así tenía mejor aspecto del que había imaginado, tan solo estaba algo más delgada. Abrió el pequeño armario de debajo del lavabo y encontró un bote de gel, champú y crema corporal de jazmín aún con el plástico que los envolvía. Supuso que eran para ella.

Cuando su cuerpo entró en contacto con el agua caliente y se frotó con el gel, exhalo un gran suspiro. Cerró los ojos y vació su mente. Trató de olvidar dónde estaba y disfrutar de aquel aroma que la envolvía.

Al cabo de un rato sintió unos pequeños golpes en la puerta. Salió de la ducha y se enrolló una toalla alrededor del cuerpo y otra más pequeña en la cabeza. Entonces se le ocurrió, ¿y si intentaba gritar a través de aquella rendija? Sin duda Himmel la escucharía, pero tenía que arriesgarse, pues aquello podía suponer su libertad. 

Ya encima de la taza, sus pies mojados resbalaron y cayó al suelo. El estruendo que había provocado hizo que su captor entrara rápidamente

- ¿Qué está pasando aquí?
- Sólo me he resbalado...
- Será mejor que te devuelva a tu habitación...

Intentó ponerse de pie, pero su tobillo le impedía hacerlo. Al caer se lo había torcido. Himmel sacó nervioso el pañuelo para taparle los ojos, pero había cometido un fallo, dejó la puerta abierta, y antes de volver a la oscuridad pudo ver un pasillo enmoquetado de color blanco y una barandilla hecha con ramas de una escalera. Después le ató las muñecas y la alzó en brazos para llevarla abajo. Sintió cómo la toalla de su cabeza se caía y la de su cuerpo de aflojaba. Intentó apretarse contra Himmel para que la toalla no se llegara a abrir. Tenía el torso muy duro y entre aquellos aquellos musculosos brazos y casi desnuda, se sentía muy vulnerable.


Escuchaba su pulso acelerado y aspiró su olor a vicks vaporub estrellado por todo su cuerpo, mezclado con el perfume a jazmín del suyo. Iba muy lento, como si quisiera alargar aquel momento. Tembló de frío cuando tuvo que descender descalza los escalones de piedra que bajaban al sótano. Pero, nada más abrir la puerta, sintió un agradable calor que pronto la envolvió. Himmel la dejó encima de la cama y le destapó los ojos. Durante unos segundos se quedaron mirándose fijamente, ya que los brazos atados de Heaven estaban alrededor del cuello de él. Sentía su respiración agitada, quizás a causa de llevarla en brazos. Su mirada gris se clavó en la suya. Era muy intensa y Heaven no consiguió sostenerla, a lo que él respondió bajando la mirada también.

Ella siguió su mirada y se dio cuenta de que no era la timidez lo que le había hecho bajar la mirada, sino que su toalla se había aflojado hasta el punto que uno de sus pechos asomaba un poco. Contuvo la respiración cuando Himmel deslizó sus brazos por encima de su cabeza y le quitó la cuerda. Se cubrió y estiró la pierna para ver su tobillo torcido. Estaba hinchado, pero si no lo apoyaba, no le dolía. 

- Solo te lo has torcido un poco, en unos pocos días y con un poco de...
- ¿Reposo? - dijo Heaven sarcásticamente- ¿No voy a poder moverme de la cama durante varios días? ¡Qué pena! ¡Con lo llena que está mi agenda!

Himmel sonrió:

- Será mejor que te vistas... En una hora vuelvo con tu cena.

Cuando se fue vio que lo que hacía que el sótano estuviera caliente, era una pequeña estufa. Se acercó a la pata coja y se vistió junto a ella. También había una gran alfombra de pelo largo de color negro. 

Himmel bajó al rato con una pizza y una botella de vino. A Heaven le sorprendió que no vistiera de negro. Era la primera vez que lo veía con otros colores. Llevaba una camiseta gris oscuro de manga corta y unos vaqueros claros desgastados. Vestido así, tuvo la impresión de que era otra persona. 

- He decidido cenar contigo.- dijo mientras se sentaba en la alfombra.

La hinchazón de su tobillo había bajado, pero aún así, Himmel le puso un poco de pomada y un cojín para que lo mantuviera en alto.

- ¿Se puede saber qué estabas intentando? - le dijo mientras le servía una copa de vino.

Le dio un sorbo. La verdad era que el alcohol le sentaba fatal, pero allí era lo último que le preocupaba.

- Quería ver la luz del sol...
- Algún día Heaven. Te prometo que volverás a verla.

Le creyó, aunque el tono triste que había utilizado le hizo pensar que aquel día estaba muy lejos.

Toda su timidez se convirtió en seguridad cuando sus bocas se separaron. Él bajó la mirada, se excusó y salió precipitadamente del sótano.

El beso de Heaven lo había desarmado.

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