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lunes, 8 de octubre de 2012

#396


Lo que le pareció una eternidad después, un suave golpeteo en su hombro la trajo de vuelta al mundo de los vivos. Cuando abrió los ojos, se encontró con Himmel a escasos centímetros de los suyos. Quiso girarse y meterse bajo las sábanas, pero sus manos la sujetaban con fuerza para que se incorporara.

Al parecer, había traído una lámpara que puso junto a su cama, lo que proyectaba su sombra en la pared. Una alargada y deforme sombra negra. Se sintió pequeña y frágil.

No podía dejar de temblar, pero a pesar de todo, no resistió cuando le examinó las heridas. Le costaba mantenerse erguida por la ausencia de alimentos en su cuerpo. Se notaba muy débil y con los músculos doloridos. Fue entonces cuando vio algo bueno en aquella sombra, ¿o se lo estaba imaginando?

Dejó de examinarla un segundo para frotarse la mejilla derecha. Fue un gesto rápido, pero ahí estaba: una lágrima. La vio tan solo una milésima antes de que él la borrara con su mano. Himmel estaba llorando.

- Por favor, Heaven, tienes que comer algo... Te juro que si no lo haces por ti misma, yo mismo te daré de comer.

"¿Para qué?- pensó- ¿Para resistir a lo que sea que quieras sin que me desmaye?"

- No puedes seguir con esto...
- Libérame. Prometo no decir nada. Nadie tiene por qué saber...

Himmel la agarró de los hombros y la miró fijamente a los ojos.

- Escúchame bien, Heaven. Maldigo el día en que conociste a Hell. Ojalá nunca me hubiera hecho amigo suyo... Pero ahora ya es tarde para lamentarse, pues no hay marcha atrás.
- Sí que la hay...
- ¡No! ¡No lo entiendes! Si te dejo marchar, estaré condenándote a muerte.

Heaven no sabía qué decir. Todo le parecía demasiado confuso.

- Sé que suena extraño, pero confía en mí. Tan solo quiero protegerte.

Permaneció un instante en silencio, buscando en sus ojos esa confianza de la que le hablaba. Estaba ante el hombre que la tenía encerrada en un sótano. Tal vez no quisiera matarla, pero no podía confiar en él. Pero había algo en su interior, algo que le susurraba que Himmel no era mala persona. No podía creer que la quisiera proteger, pero entendió que sólo siendo amable conseguiría obtener la oportunidad para escapar que tanto ansiaba.

- ¿De quién me proteges?- preguntó.
- De personas que hacen lo que sea para conseguir lo que quieren.
- Personas como tú...- susurró.
- No. Yo no soy así. Tan solo cumplo órdenes. Las personas a las que me refiero, son personas que lo tienen todo y solo buscan una cosa...
- ¿El qué?
- Matar a aquellos a los que se les ordena.
- Pero yo no he hecho nada a nadie. ¿Por qué estoy metida en esto?
- Es complicado... Somos iguales Heaven, siempre lo hemos sido aunque al principio colaboraras con la otra parte.
- ¡Yo no soy como tú!
- ¿Estás segura? Si supieras que hay una pequeña esperanza para salvar la vida de la persona que amas, ¿no harías cualquier cosa por esa persona?

La respuesta estaba clara, sí. Hubiera dado su vida por Hell sin dudarlo ni un instante. Le amaba por encima de todo. ¿Y Himmel? ¿Amaría a alguien con esa intensidad? De sus vagas palabras dedujo que sí, pero ¿qué tenía que ver ella en aquella historia de amor?

- ¿Qué quieres de mí?
- Nada. Ya te lo dije. Sólo quiero que comas algo y te quedes aquí.

Se miraron un instante, hasta que, finalmente, ella cogió el sándwich de la bandeja y le dio un bocado. Himmel estaba satisfecho. Tenía una sonrisa perfecta. Por primera vez, dejó de temblar ante su presencia y vio en aquel secuestrados a un muchacho solo unos años mayor que ella.

- Tú también tendrás que mostrar cierta confianza en mí. Dijiste que podía pedir lo que quisiera... Pues quiero que me quites las cadenas.- dijo mostrando los grilletes.

Himmel la miró lleno de dudas.

- No voy a escaparme. Lo prometo.

Tal vez fue su aspecto frágil y pálido lo que lo convenció. Extrajo una pequeña llave del bolsillo de su pantalón y la liberó de las cadenas. Eso hizo que Heaven se sintiera mejor. Lo primero que hizo fue levantarse ante la atenta mirada de Himmel y cerrar el grifo de manera que dejase de gotear.

- ¿Puedo hacer algo más por ti? - preguntó amablemente.
- Necesito distraerme. Esto es muy aburrido. Tal vez unos libros o una radio me animasen un poco.
- Eso está hecho.
- También me gustaría poder darme una ducha. Me siento sucia. Tal vez podría subir a la ducha de arriba y...
- Ya tienes un grifo aquí.

Arrugó la nariz. Aquella idea no le gustaba en absoluto, pero no quiso protestar. Himmel estaba empezando a ceder ante sus peticiones y era mejor no tentar a la poca suerte que había decidido ponerse de su parte.

- Te traeré una toalla y ropa limpia, pero quiero la bandeja vacía cuando vuelva.

Cuando Himmel cerró la puerta, Heaven se sentó en la cama y se dispuso a comer algo. Tenía el estómago cerrado, pero, poco a poco, empezó a saborear aquel desayuno.

Después se lavó los dientes y la cara. También se aseó como pudo, aunque desistió cuando tuvo que lavarse el pelo. Era demasiado complicado hacerlo en aquel escueto grifo.

Acto seguido, se tumbó en la cama y cerró los ojos. Por primera vez desde que había llegado a aquel especie de búnker, deseó que su captor volviera pronto. Quería las cosas que le había pedido, pero, sobre todo, quería hablar con él. El no hablar la estaba empezando a volver loca. Además necesitaba saber por qué de repente respondía a sus preguntas con tanta facilidad. Y sobre todo, sentía una enorme curiosidad por conocer esa misteriosa historia de amor que se ocultaba en su mirada gris.


¬Sé que es largo, pero para los que hayáis llegado hasta el final, os prometo que el siguiente capítulo no os decepcionará. Además podréis apreciar un pequeño cambio en lo que al ancho del espacio del texto se refiere, facilitando así leer cada texto. 

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