#389

Hell se sentía colapsado. 
Era una sensación compleja y adusta, de esas que te destruyen desde dentro, que rompen articulaciones y sentimientos, dejándote así indefenso y paralizado. Como si estuvieras enfermo, como si te faltara una parte de ti mismo. Aunque uno acaba por acostumbrarse. Pues no es como la sensación de una caída o como sentir tu estómago vacío. Es casi como sentir el amarre a la muerte, cosa que técnicamente estaba, aunque jamás llegaría a morir del todo. No dolía, no escocía. Era más como una sensación de frío constante. Era raro viniendo de un lugar tan ardiente.


"Las quemaduras por el frío son las peores." recordó. 


Llegó a casa y allí estaba Heaven, esperándola, tan preciosa como siempre. No le hizo falta abrir la boca, ni tan solo decir una palabra, ella lo sabía perfectamente, sabía a lo que había recurrido. Y es que, la bondad que antes había en sus ojos había desaparecido, ahora no eran más que círculos con un color mate. Lo miraba a los ojos, decidida. Aunque se notaba que estaba disgustada, el hecho de que cambiara su ser para pasar la eternidad junto a ella parecía reconfortarla de alguna manera. Y no solo eso, si no que también la lujuria invadía sus ojos.


- He ido al infierno por ti -susurró.
- Soy cómplice, ¿recuerdas? Estás desterrado bajo las llamas del inframundo por mi culpa.-dijo mientras le mordía con dulzura el lóbulo de la oreja.- De todos modos, yo acabaré allí contigo si sigues provocándome de esta manera.
- Entonces ya pueden ir preparándote un billete en primera clase, porque no solo te voy a provocar, te voy a hacer pecar preciosa.


La agarró con fuerza de los glúteos y la atrajo hacia sí. Hell jamás había sentido tal impulso por nadie, debía de ser cosas del cambio de bando. 


- Prepárate -sonrió con malicia entre caricias-. No pienso ser un caballero.


Le pasó una mano por debajo del pelo hasta poder agarrar su nuca y la acercó a su boca para después morderla. Sus labios quedaron llenos de carmín. Maldita cría. Apareció en su vida una noche y ya no había sido capaz de sacarla de su cabeza. Ahora lo único que deseaba era sus gruesos labios.


- Nunca el infierno había sido así para mí.-suspiró Heaven entre besos.


Hell apartó a Heaven de un empujón y se limpió la boca con la mano. Ella cayó al suelo con el culo.


- ¡¿Se puede saber qué haces?! - gritó. El pelo revuelto le caía por los lados de la cara dejando ver así sus blancos pómulos. Lo estaba mirando de manera salvaje. Estaba medio desnuda en mitad del patio trasero, con los labios hinchados y las pupilas dilatadas. Su cuerpo se estremecía en ligeros espasmos por la mezcla del frío y el placer. 


- Parece que te da igual haber cambiado los papeles, pues tú eres la que se queda con el día, ¿verdad? -le espetó.

Ella se levantó despacio, mirándolo con cautela. 


- Me da igual el día si te tengo a ti.
- Eso no es lo que decían tus lágrimas y gimoteos cada mañana al despertar.-Hell chasqueó la lengua y sonrió con ironía. 


Heaven comenzó a abrocharse la camisa, despacio. Hell la miraba, tenía la intención de disfrutar de ella mientras pudiera. "El frío a desaparecido y comienza a arder, a quemar. Noto como muero, como me consumo lentamente. No le importa, aunque que demonios, ni siquiera me importa a mí." pensó.


- Ya sabes el dicho - dijo Hell de repente.- No juegues con fuego, o te quemarás.


Heaven lo seguía mirando con sus profundos ojos. Hell notó el dolor en ella, y por última vez, decidió sumergirse en su mirada y ahogarse en ella. Al cabo de unos pocos segundos Heaven apartó su mirada de Hell y echó a andar, lejos de casa, lejos de Hell.


¬Ya estoy de vuelta, renovada y feliz. Tengo muchas ideas en mente y una de ellas era volver a abrir la historia de Heaven y Hell. Espero que os haya gustado.