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domingo, 22 de abril de 2012

#374

Eran las seis de la mañana. El sol ya había salido y, a pesar de ser verano, hacía mucho frío. El viento se colaba en la habitación a través del cristal fino del gran ventanal. Y eso que estaba tapado con cartones para que la luz solar no entrase. Al otro lado, los pájaros piaban al son de los latidos de la luz, que revivía a cada segundo, se hacía un poco más fuerte a cada instante.


Heaven esta tumbada en la cama, desnuda, con su piel de nieve por la falta de sol. Estaba perdiendo su razón de ser, cada día tenía menos ganas de existir. Se sentía ahogada, asfixiada en algo que cada vez se hacía más grande y que nadie podía cambiar. Su vida era para ella únicamente un intruso que ya consideraba una batalla perdida, volver a ver la luz del sol.


Creía que aquello la ganaría. Algún día aquello acabaría con ella y Hell no lo podía permitir. Pero, ¿qué podía hacer para cambiar su eterno y cruel destino? Estaba castigada para toda la eternidad. Castigada a ser la oscuridad, el viento que a uno le para el corazón, la negrura que acecha por los rincones. 


De repente se le ocurrió una idea. Se vistió sin hacer ruido y se subió al coche. Condujo hasta el otro lado de la ciudad. Allí había un gran rascacielos, y en el último piso, podía hallarse la solución. Saludó al viejo Tom, el conserje del edificio desde hacía ya más de doscientos años.


- Buenos días Hell, ¿que te trae por aquí?
- Tengo que pedirle un gran favor al Jefe, ¿sabes si está en su despacho?
- Sí. Además hoy está de muy buen humor, y siendo su preferido conseguirás lo que quieras.- dijo guiñándole el ojo.
- Este favor es más que difícil de que me lo conceda, pero tengo que intentarlo. Gracias Tom.- dijo mientras se metía en el ascensor. 


Subió al último piso. Estaba nervioso y su cuerpo temblaba enérgicamente. El último piso no era nada más que una habitación vacía para un mortal o cualquiera que no perteneciese al gremio, pero en él se escondía el despacho del gran Jefe. Se acercó a la pared del fondo y se puso en la esquina derecha. Contó cuatro baldosas para arriba y tres a la izquierda e insertó la llave que siempre llevaba consigo en una cerradura invisible.


La pared se abrió y dejó al descubierto la gran mesa de Dios. Y allí estaba él, sentado en su butaca color rojo. Tenía la mesa repleta de papeles, como siempre, aunque hacía poco que se había modernizado y había comprado un ordenador para atender las oraciones de la gente.


- Hell, cuan grata sorpresa verte por aquí. - dijo con una sonrisa de oreja a oreja.- No te había citado, ¿o si? Ya sabes que a veces olvido las cosas.- rió.
- No señor, no me había citado. La verdad es que venía porque deseo hacerle una petición muy especial.
- ¿Sí? Dime. Sabes que estoy a tu disposición.
- La verdad señor... Vengo a pedirle una conversión.
- ¿Una conversión? Sabes que no puedes pedirme algo así Hell, ni aún siendo mi favorito. Eso es algo que únicamente yo decido. Necesito saber con exactitud la pureza de la persona antes de convertirla. De todos modos, ¿para quién es?
- Es para... es para... para Heaven señor.
- ¡¿Cómo osas?! ¡¿Para Heaven?! Hell, esa criatura es hija de nuestro más terrible adversario. He aceptado tu amor por ella, pues yo no puedo intervenir en los sentimientos de un corazón, pero pedirme que la convierta es una osadía. - dijo Dios con la cara roja por la rabia.
- Señor, yo... Sé que no debería pedirle su conversión. Sé de dónde procede, pero también sé por lo que ha pasado. Es pura, lo puedo asegurar. No lo digo porque la ame, si no porque es la verdad. Mire su historial si no me cree. Es hija de Satanás, sí. Pero es bondadosa y afable. 
- Hell, no lo intentes, no puede ser.
- Señor, no me iré de aquí hasta que me prometa convertirla. Lo necesita. Está muriendo de agonía en su jaula de noche. Desea más que nada volver a sentir el calor del sol sobre su piel. No se alimenta de sangre humana porque detesta su naturaleza. Señor, por favor. Se lo ruego...- dijo con lágrimas en los ojos.
- Está bien, déjame que le eche un vistazo a su historial. Ahora espera fuera, te llamaré cuando tenga un veredicto. 


Hell estuvo fuera hasta bien entrada la noche. La espera fue angustiosa, pero al fin Dios lo llamó.


- He estado deliberando el asunto conmigo mismo. Es algo que va en contra de todos mis principios, pero, está bien. Acepto convertirla. Mañana cuando despierte podrá ver la luz del sol y será igual que tú. 
- Gracias señor, muchísimas gracias. No sabe cuánto se lo agradezco.- dijo llorando.


Se dio la vuelta e iba a salir del despacho cuando su Jefe lo llamó.


- Hell. Otra cosa más. Adoro tu osadía, pero no vuelvas a retarme, ¿está claro? Ahora, puedes disfrutar de tu vida junto a ella.
- Gracias señor.


Condujo a casa a toda velocidad, donde Heaven la esperaba ya despierta. Quería decírselo, pero debía esperar al momento idóneo.


- ¿Dónde has estado? Son ya más de las dos de la madrugada...
- He estado ocupado, lo siento mi amor.


Pasaron la noche abrazados en la cama. Ella seguía triste, pero pronto dejaría de estarlo. 


- Las cinco y tres. - dijo Heaven. - Ahora mismo está empezando a salir el sol... Y ya va otro día que no lo puedo ver...


Hell se levantó de la cama y se acercó a la ventana. 


- Ya no más.
- ¿Qué quieres decir?- dijo ella confundida.
- Ya no volverás a vivir en la oscuridad.- dijo arrancando los cartones.


Los rayos del sol entraron en la habitación inundándola de luz. Heaven se había quedado parada con los ojos apretados con fuerza por el terror a salir ardiendo. Pasaron unos instantes y los abrió. Vio a Hell frente a ella, sonriendo. Y por primera vez en muchos años, la luz del sol. Y entonces, una lágrima de felicidad recorrió su mejilla. 

4 comentarios:

  1. Enserio ame la historia. . . espero que por fin Hell y Heaven sean felices

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  2. A todos nos llega la felicidad, tarde o temprano lo hace.
    Heaven y Hell merecen ser felices.
    Grandísima historia Mimí, la mejor de todas :)

    (mimos azucarados)

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  3. Había olvidado seguir leyendo tu historia, ¡y me encanta! Supongo que después de sufrir, siempre llega algo bueno. Los finales -dicen- son siempre felices. Y si no es feliz, es que aun no ha terminado.
    Un beso,
    y caramelos de limón.

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  4. Hace tiempo que no me pasaba por tu blog y me encuentro con la historia...lo que me encanta de ellas es que a pesar de que nos la he leído desde el principio siempre quedo enganchada y me encants!!
    Saludos!

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¡Hola! Acabas de decidir garabatear algo para mi, espero de todo corazón que te haya gustado mi blog.
¡Un besito! ¡Y gracias por pasar!
(¡Ah! Y no olvides que puedes quedarte en el desván ^.^ )