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sábado, 30 de julio de 2011

#247

Cuando era pequeña, mi tía me solía contar un cuento. Normalmente, a las niñas se les cuenta cuentos de princesas y príncipes, pero los míos eran especiales, diferentes. Mi preferido era una historia romántica.


Me solía sentar en su regazo frente a la chimenea mientras me lo contaba, mientras nos tapábamos con una manta de terciopelo color marrón y tomábamos chocolate caliente.


- El mar y el cielo siempre se han amado en secreto.-decía mientras yo, en mi mente, recordaba la imagen del mar de color verde oscuro, reflejo de la tormenta que ya anunciaba el cielo.- Pero su amor es imposible, no pueden verse, ni tocarse. No les dejan, lo tienen prohibido bajo pena de muerte.
- ¿Por qué?.- solía preguntar yo.
- Porque sería muy peligroso.


Tras esta respuesta siempre me contaba cuan caprichosos eran los dos, tanto el mar, como el cielo y cómo el cielo, cuando se enfadaba por no dejarle saltarse las reglas, lloraba lágrimas que llegaban directamente al mar.


Recuerdo una tarde que fui con ella a la playa. No recuerdo exactamente cuando fue, pero recuerdo perfectamente el frío en mi piel. Aún así, dejamos nuestras cosas en la arena y nos metimos descalzas en la orilla. A lo lejos el cielo rugía.


Pronto empezó a llover, lo que significaba que el cielo estaba llorando. Yo miré a mi tía y ella me sonrió. Me dió la mano y salimos del agua. Me tapó con la toalla para que no me mojara y nos sentamos en un porche del paseo marítimo.


El cielo rugía como nunca y el mar empezaba a embravecerse. Lo que antes parecía una explanada de agua, ahora era una empinada cordillera.


- ¿Recuerdas el cuento Mimí?- me preguntó ella. Yo asentí. - En los días de tormenta como hoy, el mar y el cielo se rebelan, dan de lado a todas esas personas que las prohíben verse y se funden en un abrazo.


Yo miraba atenta al horizonte. El mar estaba lleno de olas cada vez más grandes. Yo estaba helada, pero no quería irme, necesitaba ver ese abrazo. 


De repente lo ví, el mar rugió al igual que el cielo, se levantó en una gran ola para poder alcanzar a su querida dama, el cielo lloraba y también alargaba sus brazos para poder acariciarlo. Y así, rozándose, rugiendo, demostraron a todo el mundo que su amor, era más fuerte que todo lo demás.


1 comentario:

¡Hola! Acabas de decidir garabatear algo para mi, espero de todo corazón que te haya gustado mi blog.
¡Un besito! ¡Y gracias por pasar!
(¡Ah! Y no olvides que puedes quedarte en el desván ^.^ )