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jueves, 12 de julio de 2012

#388

La furgoneta va muy rápido, y al pasar por un bache, la cabeza de Rädsla se golpea fuertemente contra los asientos traseros, dejándola inconsciente. 


Cuando se despierta se da cuenta de que la han metido en una jaula, desnuda. De pronto se siente desfallecer. No sólo la han secuestrado y encerrado, si no que también le han quitado todo cuanto llevaba... Una pregunta pasa por su mente, rápida, pero aún así estremecedora, ¿la habrán violado?


Siente contusión de pies a cabeza, se pregunta cuánto tiempo llevará inconsciente. Aunque le parezca un pensamiento extraño, dentro de la jaula se siente, en parte, protegida, segura. Acaba de despertar y en su cabeza ya hay millones de preguntas, ¿qué habrán hecho con ella mientras dormía?, ¿qué le harán ahora que se ha despertado? No la han matado. "Todavía no", se dice. Rädsla no quiere oírlo, considera que cada segundo ganado ya está ganado, que cada segundo por llegar aún no ha llegado. Trata de respirar profundo y calmarse. De pronto ve acercarse a un hombre. Se queda inmóvil frente a la jaula, la mira. "Si te encuentran y alertan a Woodhouse, estás perdida". La frase que Bosco le había dicho cruza por un momento su mente. ¿Quién es ese hombre? ¿Quiere verla morir? ¿Cómo la va a matar? Rädsla no se pregunta por qué, se pregunta cómo y cuándo. ¿Qué historia ocultará ese Woodhouse para actuar con tanta crueldad?


No hace mucho frío, pero debido a la fatiga, los golpes, el miedo y la noche, Rädsla está helada. Siente que el pánico se apodera de ella. Empieza a gritar y se agita en todos los sentidos, tiene que salir de allí, no puede quedar a merced de un hombre que, a pesar de no conocerla, quiere verla muerta, pero lo único que consigue es enloquecerse. 


El hombre se ha inclinado para observarla y sonríe ampliamente con sus finos labios. Una sonrisa grave, sin alegría, estática y amenazadora. Sin decir una sola palabra la mira directamente a los ojos como diciendo: "¿Te ha quedado ya claro que puedo hacer contigo lo que quiera?"


- ¿Usted es... usted es Woodhouse? - titubea.


Sin embargo, no puede decir nada más. El hombre de pronto se da la vuelta y se aleja. ¿Qué hace? Todo resuena en esa inmensa sala vacía. Se está moviendo, la jaula se mueve, oscila. Mira hacia arriba y descubre una cuerda atada a los barrotes. No la había visto. La cuerda vibra y se tensa, la jaula se eleva del suelo y empieza a girar lentamente sobre sí misma. De pronto se para y el hombre vuelve a acercarse a ella, esta vez con una cámara en la mano. Le saca una foto, dos, tres... Tras terminar su labor, vuelve a la polea y sube un poco más la jaula, hasta dejarla a aproximadamente dos metros del suelo. Después ata la cuerda y contempla orgulloso la estampa. Se pone la chaqueta y sólo se limita a echar un vistazo de reojo antes de marcharse. 


Se había ido. 


De repente, lo comprende. 


No la ha secuestrado.


La ha convertido en su mascota.

1 comentario:

¡Hola! Acabas de decidir garabatear algo para mi, espero de todo corazón que te haya gustado mi blog.
¡Un besito! ¡Y gracias por pasar!
(¡Ah! Y no olvides que puedes quedarte en el desván ^.^ )