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viernes, 15 de junio de 2012

#384

- ¿Por qué Lily? Yo pensaba que éramos amigas... - dijo con la voz en un susurro.
- Y lo somos, pero si estás muerta como yo, no volverás a estar con mi hermano.
- Lily, tú no eras así. ¿En qué te has convertido? Mírate. Tu cuerpo está irreconocible, por no hablar de tu carácter.


Karina apretó las yemas de sus dedos contra los pómulos de su amiga. Si embistiera su cabeza contra un muro, seguro que se rompería cada uno de los huesos de su antes angelical rostro. Recorrió la barbilla con los dedos, después los deslizó por su garganta, pasó por la mariposa pintada en su tiroide y acarició sus clavículas, que se abrochaban con su esternón como un nudo hecho por un marinero.


Los búhos ululaban por encima de sus cabezas, contemplando la terrorífica escena.


Sus manos leyeron un mapa de braille labrado en hueso. que empezaba por su pecho, plano, enhebrado con  sus azulosas venas. Contó las costillas como quien cuenta canicas y sus dedos se enroscaron bajo esa huesuda jaula. Casi podían rozar el interior de Lily.


La piel se hundía al llegar a la tripa, y volvía a ascender al llegar a los huesos de las caderas.


- Pareces un corsé de huesos Lily y te has vuelto mala. Has bajado al nivel de tu hermano. Lo odias por asesinarte y ahora estás haciéndome a mi lo mismo. - dijo Karina entre lágrimas.


Lily la miró un segundo a los ojos y después gritó. En aquel grito había un deje de dolor abrasante, que es el que la muerte siembra a su paso, y había, al mismo tiempo, un estremecedor estallido de iracunda decepción, de traición insoportable.


Y es que lo peor para Karina no era aquel dolor que sentía al verlos juntos, si no los efectos de las palabras calladas que la devastaban por dentro, llenándola de heridas internas. Aquella energía, que hasta el momento había conseguido guardar en el fondo de su ser, se estaba volviendo un cuchillo destructor de sí misma y de las personas que tiempo atrás había amado.

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