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viernes, 13 de abril de 2012

#372


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Karina respiró profundamente y su pecho se llenó de angustia. Bajo sus pies la ciudad brillaba con más intensidad que nunca. Allí, en una de las azoteas más viejas de su ciudad, contemplaba las quebradizas ramas de los árboles desnudos a causa del frío invierno. 

El viento suspiraba levemente sus rizos dorados y el frío se posaba en sus brazos y se colaba a través de los dobles de su blanco camisón. Se descalzó y apartó sus zapatillas de casa a un lado. La luna estaba llena y la miraba desafiante, sugiriendo así su nimiedad. Apoyó un pie sobre el borde del abismo, y después hizo exactamente lo mismo con el otro. Lily había muerto por su culpa. Llevaba meses sin saber de Derek y esa tarde había aparecido sin más. Le había dicho que la quería y que mató a su hermana por celos. Sentía que su mejor amiga había muerto por su culpa, y eso era algo que jamás podría perdonarse a si misma.

La adrenalina se apoderó de sus venas cuando sus ojos se dieron cuenta de la altura en la que se encontraba. Su madre la mataría si supiera dónde estaba, pero le daba igual, quería morir, lo merecía. La bóveda celeste que creaban las luces de la ciudad resplandecía susurrando su nombre. Quería unirse a aquellas luces, unirse con Lily. Alzó los brazos a la noche. Volar, pensó. Tan sólo volar. Sus pies se movieron hasta el límite de aquella azotea y sintió el vacío al que pronto se sumiría.

- Karina, no lo hagas.- sonó la dulce voz de Lily.
- Tu hermano te mató por mi culpa. Lo que yo siento ahora es como cuando vas en un tren a trescientos por hora y tienes ganas de salir, de estar abajo aunque sea un minuto.
- A mi ya me echaron de ese tren.
- Te fuiste de este mundo por mi culpa Lily. No he podido volver a abrazarte, ni a hacerte cosquillas para ver como te reías... Para mi todo ha perdido su sentido. Y cuando eso sucede, tomas un montón de decisiones terribles con las que vas a tener que vivir largo tiempo, o incluso a veces, para siempre.
- Debes irte Karina, tú sigues en el tren. Márchate, debes irte, vete. Vete, vete, vete.
-No, no me iré sin ti.- dijo con los ojos llenos de lágrimas. 


Entonces, saltó. Cerró los ojos mientras la oscuridad se la tragaba.


Y al instante volvió a abrir los ojos y contempló la cegadora luz del sol. Volvía a estar en la gran azotea, nunca había saltado de verdad y Lily jamás había estado allí. 


2 comentarios:

  1. me encanta mucho leerte,tus relatos son buenisimos,i te hice caso escuchando la musica es mejor leer algo asi,el final me encanto,no me lo esperaba...gracias x tu visita!!
    besoss

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  2. Extraña leer de vez en cuando tus relatos, son muy bellos, de verdad. La canción de fondo lo amenizo todo, quedo de maravilla.
    Besos.

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¡Hola! Acabas de decidir garabatear algo para mi, espero de todo corazón que te haya gustado mi blog.
¡Un besito! ¡Y gracias por pasar!
(¡Ah! Y no olvides que puedes quedarte en el desván ^.^ )