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sábado, 17 de septiembre de 2011

#290

Habían pasado 2 semanas desde el incidente y acababa de salir del hospital. Su madre casi muere de un infarto cuando la vio desmayada en el suelo  del baño por culpa de la pérdida de sangre.


Ahora estaba en el puente de Brooklyn, se asomó por la barandilla y se preguntó lo que se sentiría al tirarse al vacío. Si sería como volar pero a sabiendas de que morirías en cualquier momento. Se agarró fuerte a la barandilla y se asomó un poco más, pero enseguida volvió a meterse para adentro. No se le daba bien ser medio suicida y además, tenía miedo a las alturas.


Miró al cielo, el calor del sol le hacía sudar y que el pelo se le pegase a la cara. De repente sintió unas ganas incontrolables de correr, como si fuese la única manera de sobrevivir. Tragó saliva e intentó no hacerlo. Así que empezó a andar, muy despacio, sin rumbo fijo. Pero había una cosa que no podía apartar de su mente, él, Alberto. 


Aún albergaba una vaga esperanza de volver a verlo. Por mucho que intentes olvidarlo, no lo conseguirás- le dijo muy bajito a su corazón.


Tenía tantos sentimientos dentro que no sabía ya lo que sentía. Bueno, la verdad es que sí lo sabía, pero no quería admitir que daría lo que fuera por volver a verlo al menos un instante. Estaba absorta en sus pensamientos cuando su teléfono sonó. Genial, mamá otra vez-pensó.


-¿Sí?
- ...
-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
- Susana, soy... soy Alberto. 

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