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jueves, 2 de junio de 2011

#216

La biblioteca solía estar llena en aquella época. Junio estaba a la vuelta de la esquina y la gente tenía que estudiar. Sofía abrió la puerta y miró de un lado a otro, buscando un sitio libre donde leer tranquila. A pesar de recorrer cada esquina, no encontró ni un solo hueco. Así que cogió un libro y salió a las escaleras a leer bajo el sol. Escogió un árbol del parque contiguo a la biblioteca y se sentó bajo su tenue sombra. 

Se pasó una mano por sus rizos y se acomodó el flequillo detrás de la oreja, después comenzó con su lectura.  De repente, le llegó el olor de regalices y caramelos de frambuesa de la tienda de golosinas que había a escasos metros de donde estaba sentada. Cerró los ojos mientras aspiraba el olor y entonces ¡pum!, sonó un estrepitoso ruido. Cuando  abrió los ojos lo vió, era el chico del día anterior, Diego, que se le habían caído los libros. Se levantó para ayudarlo a recogerlos.
-Gracias- dijo Diego mientras terminaba de apilar sus libros.- ¡Anda! Si eres la chica del otro día, Sofía ¿verdad? 
-Sí- dijo ella mientras sonreía.
-Parece que hoy el despistado soy yo. 
-Sí, eso parece. 
-Bueno, ¿qué haces por aquí? ¿estudiando?
-No, leyendo a Marc Levy.
-Escribe muy bien. Oye, ¿te parece bien si te invito a un café para agradecerte tu ayuda?
-¿Qué? ¿A mí? Eh... bueno, está bien- dentro de la cabeza de Sofía sonaba un coro de ángeles. Diego le había invitado a tomar un café, sin duda este era un día de suerte. 

1 comentario:

¡Hola! Acabas de decidir garabatear algo para mi, espero de todo corazón que te haya gustado mi blog.
¡Un besito! ¡Y gracias por pasar!
(¡Ah! Y no olvides que puedes quedarte en el desván ^.^ )