-Quizás no quieres que te abrace.
-¿Y si quiero?
-Pues te abrazaré.
-Si no quieres no tienes porqué.
-Calla.
-No, de verdad. Si no quieres no pasa nada, no te voy a obligar.
-¿No lo entiendes? Siempre tengo ganas de abrazarte.
Busqué su mano y la apreté con fuerza, como si fuese la última vez que lo hacía. Cuando se quedó dormido no pude evitar mirarle. Me dediqué a memorizar cada uno de sus rasgos. Era hermoso. Y entonces fue cuando dejé de mirarlo por fuera y lo empecé a mirar por dentro. Lo imaginé yendo a la universidad, haciendo nuevos amigos y emborrachándose. Se olvidaba mil veces de las llaves de casa y reía. Comía palomitas para desayunar y se saltaba las clases. Me dí cuenta de que estaba llorando, las lágrimas resbalaban por mi mejilla. Una vez me prometió que jamás me dejaría sola y de verdad espero que sea así, porque si él se va, mi mundo desaparece.

Somos tan dependientes de determinadas personas, que nos duele solo imaginar que ya no estuvieran.
ResponderEliminarPrecioso.
Un beso.
Me encanta blog; es muy bonito :)
ResponderEliminarUn besito muy fuerte y enorabuena por lo que escribes!
me encanto el texto es hermoso.. gracias por pasar
ResponderEliminarME ENCANTA SINCERAMENTE :) es muy lindo, me lo imagine (: hermosos blog, te sigo
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