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miércoles, 1 de febrero de 2012

#353

Apenas habían despegado cuando Elisa creyó escuchar un ruido extraño. El sonido del motor retumbaba en sus oídos. Clac, clac, clac, clac, clac. Sonaba aterrador, sonaba a muerte.


Elisa estaba sentada en primera fila, justo delante de los asistentes de vuelo, así que trató de hablar con ellos.


- ¿Qué está pasando? - le dijo a una de las azafatas. 
- No se preocupe. Lo más probable es que hallamos golpeado algunas aves. Suele pasar a menudo.


De repente hubo una gran explosión. Estaban a novecientos metros de altura. El avión se empezó a llenar de un denso humo blanco que no le dejaba ver nada. Todo el mundo gritaba de terror, pero aquel ruido que antes la había extrañado se elevaba de entre las voces. Clac, clac, clac, clac, clac.


Tan solo unos minutos después, el piloto puso el avión a la par del mar y apagó los motores. El avión estaba ahora en silencio, sin ruidos. El copiloto salió de la cabina de mando y cogió el walkie para comunicar algo.


- Por favor, vuelvan a sus asientos y abróchense los cinturones. Hemos alineado el avión con el mar. Prepárense para el impacto.


Elisa miraba desesperada a la gente de su alrededor. Aquellos ojos reflejaban miedo, desesperación, pero a pesar de todo aquello, todo seguía en silencio. Era un silencio agarrotador, peor incluso que los gritos que había al principio. La vida se iba a acabar para ellos.


Elisa se paró a pensar en su vida. Había tenido una vida bastante desdichada, aunque podría haber sido peor. Había cometido errores, como todo el mundo, pero también había tomado muchas decisiones acertadas. Siempre había tratado de mejorar como persona, de compartir su tiempo con la gente que amaba, pero ahora lamentaba haber desperdiciado el tiempo en cosas que no merecían la pena con gente que importaba. En un momento como aquel, Elisa debería de haber pensado en Tomas, su prometido, pero en cambio, pensó en Allan. 


Allan había sido su novio toda la vida, y ahora ya no volvería a verlo. O al menos eso había pensado, porque en aquellos últimos instantes, se dio cuenta de que, realmente, no quería vivir sin él. Se dio cuenta de que las cosas cambian en un instante. Que había creado una lista con las cosas que quería hacer antes de morir y no había cumplido ninguna de ellas, pensó en las cosas que había perdido por el camino, y una vez más, Allan vino a su memoria. 


Decidió eliminar la energía negativa que acumulaba su cuerpo en ese instante. Su vida no había sido perfecta, ni mucho menos, pero ahora que estaba llegando a su final, se dio cuenta, de que había sido mejor de lo que siempre había creído.


Miró a través de la ventanilla y una especie de reloj mental apareció dentro de su cabeza. A medida que veía aproximarse el agua del mar, su cabeza iba restando segundos. "Veinte, diecinueve, dieciocho..." Se dio cuenta de que tenía los brazos agarrotados de apretar los apoya-brazos y se escuchó a si misma susurrando, "Por favor, vuela, vuela. Necesito volver a verle para decirle que le quiero." Y mientras en avión caía en picado tuvo la sensación de que morir, no daba tanto miedo como creía. Era triste, pero no estaba asustada. No quería morir, eso era cierto, pero para que sufrir cuando sabes que tarde o temprano, tu destino será el mismo. 


A pesar de todo, la tristeza remarcó una única frase en su mente, y es que, solo deseaba una cosa. Ojalá le hubiera dicho te quiero cuando había tenido la oportunidad.


Cinco segundos más tarde el avión se estrelló en el agua. El avión se partió en dos por el impacto y el agua comenzó a entrar rápidamente. 


Dos días después, Elisa abrió los ojos en la orilla de una playa.  

1 comentario:

  1. ia extrañaba leerte,escribes tan bien,estuve ausente x falta de tiempo despues me quede sin pc,en fin apenas estoi retomando este camino q disfruto,espero seguir leyendote,besos!

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¡Hola! Acabas de decidir garabatear algo para mi, espero de todo corazón que te haya gustado mi blog.
¡Un besito! ¡Y gracias por pasar!
(¡Ah! Y no olvides que puedes quedarte en el desván ^.^ )