Compartian un secreto, el secreto de Alberto. Un secreto que surcaba sus venas, haciéndolas estremecer cada vez que se acercaba a Susana. No lo podía controlar, pero tampoco quería evitarlo. Simplemente, tenía ganas de ella. Intentaban no juntarse demasiado si había gente alrededor, pero había momentos en el que guardarse las ganas que se tenían dentro de sus alocados y enamorados corazones era una verdadera tortura, un desafío para sus fuerzas. Por eso caían de vez en cuando. Solían terminar cansados, con pequeños quemazones, los pelos en punta y teniendo que cambiar la mitad de las bombillas de casa, pero valía la pena. Era algo tan maravilloso que era imposible no querer volver a repetir. La magia, solían llamarlo. La magia los unió un día de lluvia bajo la noria de la feria de verano.
Las chispas surgieron de Alberto, en la oscuridad de las estalladas bombillas lo inundaban todo con su luz. Era deslumbrante e increíble, un juego de luces que los envolvía por completo. Aquel día tenían que desahogarse. Sus manos estaban fuertemente unidas mientras las chispas inundaban la habitación y les daban pequeñas descargas eléctricas. Se besaron, y gracias a Dios, no ardieron en llamas.

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¡Hola! Acabas de decidir garabatear algo para mi, espero de todo corazón que te haya gustado mi blog.
¡Un besito! ¡Y gracias por pasar!
(¡Ah! Y no olvides que puedes quedarte en el desván ^.^ )