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sábado, 1 de octubre de 2011

#301

- Noventa y ocho, noventa y nueve y.. ¡cien!


Se pasaba la vida buscándola. Detrás de los árboles, detrás de rocas enormes que los protegían de las descontroladas olas del mar, detrás de las flores de aquel verde prado. Y después tenía que cerciorarse de que seguía siendo ella, de que no había cambiado. Tan guapa y tierna como el día en que la conoció.


Les gustaba jugar al escondite. Nunca se cansaban. Para ellos era una aventura en la que sus corazones latían descontrolados. Y es que había amor por doquier. Desde el primer día en que la vio supo que ella era especial. Para él era algo así como un ángel caído del cielo, o el cielo mismo convertido en persona. Aún después de años junto a ella, seguía intentando encontrar algo que le dijera que todo era real. Que la magia existía, que ella existía.


Pero su cabeza se perdió junto a la soledad. Él era el único capaz de hacer que ella sonriera a la vida que tenía, al desastre al que tenía que sobrevivir cada día, a su pérdida de memoria. Cada día olvidaba hasta su nombre hasta que lo veía a él. Aunque aún recordaba aquel prado que ahora la hacía sentirse segura.


Alguien se echó encima de Brad surgiendo de la nada, haciéndolo caer de espaldas. Aquel punzante dolor no era nada para él en comparación con lo que sentía al verla. Era un amor tan fuerte que le atravesaba todo su ser. Sus besos eran el mejor de los premios, sus ojos el mejor de los libros. Y juntos, mientras el atardecer caía sobre ellos, se fundieron en uno solo en aquel nido de amor y penura.

3 comentarios:

¡Hola! Acabas de decidir garabatear algo para mi, espero de todo corazón que te haya gustado mi blog.
¡Un besito! ¡Y gracias por pasar!
(¡Ah! Y no olvides que puedes quedarte en el desván ^.^ )