Normalmente las mejores imágenes son aquellas que guardamos en nuestra memoria. Sin cámaras ni poses, sólo la naturalidad. Una imagen que sólo tú conoces, que sólo a ti te pertenece.
John observaba a Charlote. Ella estaba en su mundo y no se daba cuenta. El mar se reflejaba en su mirada mientras paseaba por la playa. Miraba su reflejo en la orilla y después el horizonte, se perdía en sus pensamientos. Y de repente, sonrió. Era una sonrisa preciosa, pequeña y tímida, pero capaz de parar el corazón de John. Eso era lo que más le fascinaba a él, ver cómo se le dibujaban los hoyuelos a Charlote. Verla como la veía en sus sueños, saltando distraída mientras sonreía sin cesar. Aunque había una diferencia, en la vida real ella no le lanzaba besos a través del viento.
Sin embargo a John le daba igual. Sentía algo especial por Charlote y eso era lo que le importaba. Ella pareció darse cuenta de que la estaba observando, pues se acercó a John riendo.
- ¿Que haces mirándome?
- No te miraba.- dijo el divertido.
- Vamos John, te he pillado, admítelo.- dijo Charlote mientras se echaba encima de John haciéndole cosquillas para que confesara.
- ¡Está bien, está bien! ¡Lo admito! Te estaba mirando, pero es que no puedo evitarlo.
Le apretó fuerte la mano y empezaron a pasear por la orilla de la playa. El día se había vuelto gris, pero en sus corazones el sol brillaba con más fuerza que nunca.
viernes, 26 de agosto de 2011
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Que hermoso, sobre todo porque John sin importarle nada de lo que puede pasar, no dejó de demostrarle a Charlote que sentía algo especial.
ResponderEliminarSaludos!