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jueves, 14 de octubre de 2010

#60

        
            No me vengas pidiendo perdón, porque sé que no lo sientes lo más mínimo. Si de verdad sintieras haberme herido, probablemente no hubieras hecho lo que hiciste, lo hubieras evitado. No me mientas, que ya tengo muchas de tus mentiras y tus excusas archivadas aquí, en mi mente y no estoy dispuesta a dejarme engañar otra vez. Si vas a decirme algo, por favor, que sea algo que valga la pena escuchar. Espero que esas palabras me devuelvan un poco de fe, que las digas porque quieres, no porque yo te lo diga. No pienso rogarte, no pienso arrodillarme y tampoco reprocharte. Hoy siento que me apartaste de tu vida. Creaste una especie de muro para ocultarte de mi. Me dejaste fuera de ese pequeño cubículo y me quedé sola, olvidada. Pero lo peor llega por la noche, cuando la rutina diaria ya ha acabado y nada me puede salvar de esa angustia tan grande que me oprime el pecho. Intento despejarme en el baño, pero cada vez que miro al espejo te veo, ahí, como el último día, dándome ese abrazo que me quitó el aire, con tu mano diciéndome adiós. 

2 comentarios:

¡Hola! Acabas de decidir garabatear algo para mi, espero de todo corazón que te haya gustado mi blog.
¡Un besito! ¡Y gracias por pasar!
(¡Ah! Y no olvides que puedes quedarte en el desván ^.^ )