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lunes, 5 de diciembre de 2011

#337

Dimitri se había quedado solo en la cancha de baloncesto del instituto. Eran las siete de la tarde del viernes y todo el mundo se había ido a casa ya. Le gustaba practicar solo, sin nadie que lo molestara. Le gustaba que lo único que rompiese el silencio fueran su respiración entrecortada y los golpes de la pelota contra el suelo.


Únicamente había luz en la mitad de la cancha en la que estaba jugando, el resto estaba sumido en la más absoluta oscuridad. Un paso, dos pasos y la pelota pasaba por el aro. En realidad, no debía estar allí, pero había llegado a un acuerdo con el Sr. Votrova, un simpático compatriota suyo que lo dejaba practicar hasta las nueve. 


De pronto le pareció escuchar un chirrido, como si de una puerta abriéndose se tratara. Pensó que tal vez era más tarde de lo que imaginaba, no sería la primera vez que el tiempo volaba mientras jugaba al baloncesto.


-¿Sr. Votrova? - la pregunta se perdió en la oscuridad.- ¿Hola?


Tal vez había sido su imaginación, quizás lo que había escuchado no era nada más que el chirriar de sus zapatillas contra el suelo. Aunque Dimitri no se dio cuenta al momento, no fue cosa de su imaginación, una sombra deambulaba ahora por los vestuarios. Abrió la mochila de deporte de Dimitri y sacó su teléfono móvil.


Bip, bip. Otro teléfono sonó a muchas manzanas de allí.


"Eve. Me apetece verte antes del partido de mañana. Te espero a las 22:00 en la esquina de la 53 con la 110. Te quiero."

3 comentarios:

¡Hola! Acabas de decidir garabatear algo para mi, espero de todo corazón que te haya gustado mi blog.
¡Un besito! ¡Y gracias por pasar!
(¡Ah! Y no olvides que puedes quedarte en el desván ^.^ )