Seguir · Mimí · eldesvandemimi@hotmail.com · Twitter · Revista

miércoles, 7 de septiembre de 2011

#281


Una de las cosas que más le gustaban a Elisa era beber té. Le gustaba caliente, para así sentirlo corretear en sus adentros. Solía oler su aroma, su frescor y eso la llenaba de vida. Y luego le daba por correr. Y corría y corría hasta la cima del tobogán más alto y pensaba que era invencible, que ni siquiera el viento sería capaz de derribarla. 

Siempre creí que mi destino era salvar a Elisa de una fatídica caída.

- Elisa, baja por favor. Vas a acabar haciéndote daño- le solía decir aquellas noches en las que le daba por escapar.
- ¡Allan! ¡Deberías subir, desde aquí se ven unas estrellas increíbles! - solía decir. 

Ahora se me empapa el alma de tristeza al pensar que ya no soy yo quien sentirá esa inmensidad junto a ella.

1 comentario:

  1. Escribes genial, y me muchísima pena que nadie te comente. Pero, tranqui... ¡Jemily va al rescate!

    ResponderEliminar

¡Hola! Acabas de decidir garabatear algo para mi, espero de todo corazón que te haya gustado mi blog.
¡Un besito! ¡Y gracias por pasar!
(¡Ah! Y no olvides que puedes quedarte en el desván ^.^ )